Queridos, queridas, ahora ya sí, con la perspectiva de este mes que ha pasado, puedo explicarlos lo que ha sido para mí el Maratón de Valencia. No es fácil, ya que
la carrera en sí no fue nada –aunque suene a tópico– en comparación con lo que
ha sido el proceso. Ahí van esos cien días en unas cuantas líneas.
Todo empezó a mediados de agosto en el paraíso
particular de Ana. Además de nuestra presi, ella para mí lo es todo, ya sabéis. Y este
paraíso tiene nombre y apellidos: Santa Pola del Este.
Tras haber tenido un curso escolar muy denso, y un
mes de julio peor, fui a pasar unos días con Ana y sus sobris a Santa Pola.
Solo queríamos playa, posados y sobre todo, salir a correr. Necesaria desintoxicación
del mundo la mía, y este deporte puede con eso y más. Tras meses y meses sedentaria
con mucho estudio y trabajo, esos días salí con Ana a hacer unas tiradas muy apañás y
llenas de aventuras, y me vi bien. Entonces llegó el momento relax en la
terraza del apartamento de la familia Mora Frías, en el que Lucía Florecilla
nos escribía mencionando el Maratón de Valencia. Y es ahí cuando me inscribí en
el maratón y en los 20k Alicante Santa Pola.
Comienza entonces la etapa de bajar pulsaciones.
Me pareció una etapa súper bonita. Fueron dos semanas, a final de las vacaciones de verano, en mi
casa de Balazote. Me encanta la Vía Verde. Me ha visto hacer kms y kms, verano
tras verano. Casi siempre sola, sí, sola. Y disfrutándola al máximo. Fue un
poco tedioso, al principio, esto de correr más despacio, pero el entorno me
acompañaba y resultó muy agradable.
Tras esta fase zen
llegaba el comienzo de curso: un nuevo centro de trabajo, un nuevo pueblo, casa…
muchos cambios. Y los findes, la Feria de Albacete. Por lo que septiembre fue
regular en mis entrenamientos y pensé que no sería capaz. Pero saquémosle el
lado bueno, y una jornada de casi 20 horas en la feria con unas Vans de suela
plana hicieron que sintiera molestias en la planta del pie, ¡pa no sentirlas! Y
gracias a esto, y al consejo de nuestro Edu coach,
comencé a nadar y paré de correr un par de semanas. Me flipa nadar, y era un
deporte que tenía un poco abandonado. Reencontrarme con las piscinas ha sido
para mí tan importante como el propio maratón. Estirar en el agua, canela en
rama. La sensación que queda después de nadar, pez mantequilla. He llegado a ir
a la pisci solo para estirar, y mientras, ver a los peques de la escuela de
triatlón de La Sagra entrenando, ¡esas ranitas son boniquez absoluta!
Y ya que os menciono La Sagra, la siguiente etapa
del recorrido tiene parada en Illescas, el pueblo donde vivo este curso. Recuperada
de mi lesión de ferianta, comienzan los auténticos entrenos, en octubre. La
primera motivación vino de los chicos de Bikila, en Toledo, donde compré unas Saucony nuevas y más bonitas que las que tenía (soy malísima recordando modelos
de zapas). Ya conocía esta tienda y por eso fui a ellos. Me animaron mucho y en
todo momento me dijeron que por supuesto iba a ser capaz de terminar un
maratón. Así que con zapas nuevas y bonitas, y el refuerzo positivo de dos
súper pro, estaba a tope para tirar millas. Mi compañero Alberto, de Educación
Física, me acompañaba en las tiradas de 20k. El entorno de la fábrica de Airbus, muy bonito no es, así que mucho mejor ir charlando con el compi del insti. La
tirada más larga que hice en los entrenamientos fueron 27 km, y esa se la
reservé a mis Chinguanes del alma, en una bonita mañana a finales de octubre,
de camino a Tinajeros. Y bien de María Escote esa noche en el Abycine.
Pasa el tiempo y nos acercamos al mes clave:
noviembre. Ya llevaba aprendidas muchas lecciones: autoconfianza, esfuerzo,
superación… Tal vez todas muy individualistas, pero a partir de ese momento, ya
nada fue individual. Llega Santa Pola, esa carrera a la que me había inscrito junto
al maratón, y se abre el ciclo. Edu coach
nos causa baja pero se convierte en un gran apoyo y nos manda
entrenamientos semanales al equipo de Chinguanes Valencia. Compartimos
experiencias, sensaciones, dolores. Pedro y yo optamos por llamarla “la carrera
innombrable”. Lucía comenzaba a tener dificultades para recuperarse de la lesión y peligraba su participación. Resulta complicado dedicar energías e ilusiones en algo, e ir
descubriendo que no puede ser. Y cada momento que avanza, los pensamientos
retroceden, pero nunca hay fracasos ni errores, sino lecciones aprendidas. Una
vez mi madre me dijo: “nada cae sobre saco roto”. La vida es un continuo aprendizaje, y preparar un maratón enriquece cuerpo y alma.
Se acercaba la última semana, y a esas alturas, en
mi dieta solo había carnes rojas, moluscos bivalvos, verduras de hoja verde,
legumbres, vitamina C… Todo acompañado por laminitas de jengibre del sushi, que
las tomaba a diario. La anemia siempre me ha acechado, y en los últimos días de
noviembre volví a notar pinchazos en manos y pies y dolor de cabeza. Entonces aumenté
–si cabe– mi ingesta en alimentos con hierro, me hice vampira, comía sangre
frita, tomaba Floradix y todos esos consejitos de Óscar para la última semana. Y
de esa guisa, nos plantamos en el primer finde de diciembre en Valencia.
Tristemente, Lucía nos había causado baja, así que
en la habitación de las chicas Chinguan se colaba Pedrito, que le dio gana.
Pachi jasstags y Javi se alojaban juntos, con la familia de Javi. Mención
especial a Rosario y a las dos hijas tan espectaculares que tienen. Fueron
nuestras grandes animadoras y lo vivieron de forma casi tan intensa como el
resto de Chinguanes. Es tan bonito implicarse en algo a tope y que la gente
que te quiere y te acompaña, lo viva por igual. Nuestro top Juan Ángel corría con
su hermano. Meritazo tiene, por las
series infinitas que habrá presenciado el Parque Lineal para conseguir que él brillara
en Valencia. La chinguana rosi, Laura, iba con su personal trainer Rabodan.
Y la ciudad de la luz nos recibía brillante y
bellísima. La Feria del Corredor muy bien, ubicación de 10, paella party mu rica y organización genial. La noche de antes me encontraba fatal, pensaba que iba a
enfermar, sentía pinchazos por todo el cuerpo. Soy una blanda y me resulta
asombrosamente fácil autosugestionarme por los nervios. Por suerte, a la mañana siguiente estaba
fresca como una lechuga. A las 05:15 de la mañana, Ana nos despertaba al ritmo
de Cayetano, de Carolina Durante.
Desayuno de campeones y tiramos para la Ciudad de
las Artes y las Ciencias. Espectacular el ambiente. Lo recuerdo con muchísima
emoción. Habíamos quedado con los chicos Altafit para una foto Altachines, de
esas que gustan tanto a Pachi. Me encantan los previos a las carreras, son
emocionantes, hay un sentimiento de grupo bestial, conexión con una misma y con
los demás. Así que imaginad: un entorno precioso, la idea de correr un maratón
por primera vez en la vida e ir acompañada de gente a la que aprecias. Es muy
guay.
La carrera no fue menos y resultó súper especial.
Sensaciones buenísimas todo el tiempo. Fuimos Javi, Ana y yo hasta el km 31,
con esa barrera ficticia tan real, donde Ana tuvo que parar e ir a un baño
porque la pobre estaba fatality. Javi y yo seguimos un poco más despacio, con
intención de que ella nos pillara cuando saliera del baño. Pero eso era algo
casi imposible que ocurriera. Entonces, durante los 3 kms siguientes me vino a
la mente todo esto que os acabo de narrar. Mi mente viajó a Santa Pola en
agosto, escaló por esas rocas imposibles hacia el faro, con Ana ya arriba,
volvió haciendo sendas, compartiendo con ella la poca agua que nos quedaba. Se fue
al finde de Abycine y a la tirada larga, y a ese vino con ostra para recuperar
hierro. Y a infinitas cosas más. Por lo que en el km 34 le dije a Javi que
volvía a buscarla. Y 500 m hacia atrás la encontré, y le dije: “que sepas que he venido a por ti
para ser tu liebre, así que tira”. Y se quejó un poco, pero como es más dura
que las piedras, tiró, vaya que sí tiró. Y acabamos nuestro maratón juntas con
buenísimas sensaciones, tras 4 horas y 23 minutos. Valencia soleada, mantas de
oro a nuestro alrededor, y nuestra preciada medalla.


Santa Pola zen, con sus cuestas y sus posados (y helados de horchata y lima)
Vía Verde Sierra de Alcaraz, fuente de inspiración.
Las Chinguanas somos muy de posturear: en la pisci, con la Escote...
EQUIPAZO.
La magia de Valencia 💙.
Altachines y los encuentros con las celebrities (y yo antitaurina 🙆)
¡Prueba superada y felicidad plena!
Fati