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lunes, 19 de abril de 2021

TRAIL ULTRA SIERRA NEVADA 2021

 Desde la crónica del gran Patxi de su maratón de Sevilla, este blog ha estado parado por culpa de esta maldita pandemia. Es por ello que quiero retomar las entradas al blog, porque quiero compartir con vosotros mi experiencia, pero sobre todo, porque volver a las carreras y a las viejas costumbres, es un chute de ánimo que nos hace visualizar, no muy lejos, la meta de esta carrera tan difícil que está siendo el COVID.

Esta ha sido de largo la carrera con la preparación más larga que haya hecho nunca, y no solo por la dureza de la misma, sino porque desde que iba a celebrarse originalmente en Julio de 2020, la retrasaron a Noviembre 2020 y finalmente a Abril de 2021, ¡vamos, que llevo entrenando desde marzo del año pasado! No será por preparación…

 

Han sido horas y horas de series en asfalto, series en cuesta, tiradas cortas, tiradas largas,… las mayoría de ellas solo (tener un niño pequeño me lleva a salir a horas intempestivas), pero también muy bien acompañado de mis compañeros Chinguanes (Lucia, Patxi, Amador, Juan, Ana, el socio…), de mis hermanos y, sobre todo de las cabricas de Chinchilla, bueno perdón, del Centro de Alto Rendimiento de Chinchilla.  Porque he entrenado en Ciudad Real, en los Pirineos, en la Sierra de Aitana, Jorquera, Valdeganga, Yeste, Nerpio,...pero las sendas de Chinchilla creo que podría recorrerlas con los ojos cerrados. 

 


Pero vayamos a la carrera en si. Tras recoger el dorsal en Granada el viernes por la tarde nos subimos directo a Pradollano (la estación de esquí) para cenar un buen plato de pasta y a dormir. Pensaba que no dormiría nada, pero al final si que descansé…bueno descansar es mucho decir, ¡porque a las 3 toco el despertador! Tras revisar todo y preparar el mochilón con todo el material obligatorio, nos recogió el autobús que nos bajaba a la salida a Beas de Granada. Ese rato lo pasé un poco mal hasta la salida a las 6 de la mañana, porque entre los nervios y el estomago revuelto con sus correspondientes visitas al baño, pasé un poco de frio y tenía un tembleque que no hacía presagiar nada bueno. 


Pero una vez pasado el control de material, colocados entre los conos de salida (chapó a la organización con medidas de seguridad COVID), ver el arco, la música, la gente aplaudiendo, …todo el malestar desaparecía y solo tenía ganas de salir a darle ¡¡¡gas!!!. Mascarilla fuera tras pasar por el arco de salida y POR FIN, TRAS MÁS DE UN AÑO DE MIERDA VOLVIAMOS A COMPETIR. 




Tras 2-3 km de pista en llano controlando esas ansias de correr, llegaba la primera senda de subida, fila de a uno y a tirar para arriba. Al volver la mirada hacia atrás, ver toda la hilera de luces de frontales en la noche, con el pueblo de Beas de Granada al fondo, para mi, que no he corrido nunca de noche, fue una imagen de las que se te quedan grabadas en la retina para siempre. 

 

Tras coronar, había una pista bastante corrible en bajada hasta el primer avituallamiento, pero se echó una niebla espesa encima (nos acompañaría gran parte del recorrido, una pena porque os impidió disfrutar de las vistas) y la sensación de bajar a 4:00-4:30 sin ver más allá de tus narices, me agobio un poco, menos mal que iba viendo las luces rojas intermitentes de los que iban delante de mi y eso me tranquilizaba un poco. 

 

En el primer avituallamiento no paré porque llevaba isotónico y comida de sobra y me encontraba bastante bien. Emprendimos dirección Quentar, vadeamos un riachuelo, donde me moje por primera vez las zapatillas y de nuevo otra subida, pero esta vez ya amaneciendo y pudiendo vislumbrar entre la niebla el paisaje tan bonito del Parque Natural de Sierra Nevada. Sobre el Km 15 tuve un susto, porque tropecé con una raíz y me pegué una buena leche (para que dejarlo para más tarde…). Menos mal que fue solo “chapa y pintura”, me recompuse y tras una bonita bajada por senda llegamos a Quentar. 

 

En ese avituallamiento ya si que paré. Frontal fuera, cortavientos fuera, me puse los manguitos de nuestro Millan MN y tras pillar un plátano y beber algo de Coca Cola para despertar al cuerpo con la cafeína, otro repechón en dirección a Pinos de Genil. Parte de esta subida la hice con unos chicos muy majos de Córdoba y Yecla (es increíble la de gente que conoces y con la que hablas en estas carreras) que hicieron que los Kms se pasasen rápido. 

 

La bajada a Pinos de Genil fue infernal. Según el Garmin quedaban poco más de 2 km para el pueblo y aún estábamos en todo lo alto del monte, se veía el pueblo en el fondo del valle y me preguntaba ¿pero por dónde vamos a bajar?. Pues una senda y camino de hormigón con una pendiente que hicieron que mis rodillas y sobre todo, mi temida “cintilla” comenzase a quejarse. 

 

El avituallamiento de Pinos de Genil me lo tome con mucha más calma. Allí ya me encontré con los primeros “cadáveres” de la ultra,…que merito tiene esa gente, llevaban desde las 22.00 el día anterior corriendo. Me senté en una silla y me comí un sándwich de jamón york y queso, porque me apetecía algo salado. Y es que la alimentación es algo que se hace muy pesado en estas carreras. Yo llevaba mi pauta de barrita, gel, barrita, gel…cada media hora, más una pastilla de sales cada hora, y al final tanto “potingue” se hace bola en el estomago, por lo que el cuerpo te pide que cambies a algo salado o fruta. 

 

Hasta ahora iba por debajo de mis previsiones: 6 min/km el primer parcial, 7 min/km el segundo y 7:30 hasta el tercer avituallamiento….pero cuando después de 36 km y más de 1500 de desnivel, te dicen que “ahora empieza la carrera de verdad” ¡te dan ganas de sentarte en una piedra y echarte a llorar! Y es que de Pinos de Genil a Pradollano es todo subida, casi 2000 m positivos sin apenas descanso, ya no hay descensos largos, más allá de algún tobogán. ¿Lo bueno? pues que mis maltrechas rodillas lo agradecieron, ya que no se si habría aguantado otra bajada larga. 

 

Tras un tramo más o menos llano, corriendo por dentro de una antigua canalización de agua que atravesaba varios túneles al lado del embalse de Dornajo (¡precioso!), llegó un senda de subida muy pronunciada donde mis cuádriceps hicieron un amago de acalambrarse, tuve que bajar un poco el ritmo y todo controlado. 



Tras esto, una bajada muy corta, pero muy peligrosa en la que había que ir “a rastra culo” y llegaba el plato fuerte del día, el famoso barranco de las víboras con sus temidas zetas, que ríete tu de las de Chinchilla. 


Este tramo lo pase muy bien, adelantando bastante gente, ya que subiendo iba bastante mejor que bajando, y tras coronar con un montón de publico animando, haciendo sonar cencerros tipo “Tour de Francia”, llegaba el último avituallamiento del día, Dornajo. Tras este avituallamiento venía el tramo más feo del recorrido, 6 km por la carretera de subida a la estación de esquí, donde yo tenía pensado correr porque la pendiente era teóricamente mucho más suave…¡que iluso! Con la tralla que llevaba no era capaz de correr 200 m seguidos, por lo que lo hice casi todo andando. 

 

Al terminar la carretera, otro tramito de 4 km de sendas y por fin, Pradollando al fondo. Pero aún teníamos la última sorpresa del día. Al llegar a Pradollano, en lugar de ir directos a meta, tuvieron la genial idea de que, “para que todo el mundo tocase la nieve” meternos 200 m de paredón por las pista de esquí, sin crampones, para luego volver a bajar…en fin, de “perdidos al rio”. 

 

Vuelta a entrar en Pradollano y ahora si, que si, el arco de llegada al fondo, la música sonando, la gente animando y ver a mi mujer y mi hijo, poderles dar mil besos antes de entrar en meta, sonreír de oreja a oreja y llorar…si, llorar,…llorar por la satisfacción de superarte a ti mismo, por dejar atrás el año que llevamos, por la vuelta a la normalidad de las cosas y porque podamos volver a disfrutar de esta locura que nos une a todos que es correr y sentirte libre. 


Al final, un tiempo de 7:56:47 para completar los 62 Km y 3.464 m de desnivel que me marco el Garmin,  37 de la general y 15 de mi categoría …algo que no entraba ni en mis mejores pronósticos. 

 

Agradecer a todos los Chinguanes que me han dado ánimos y me han motivado para ir a la carrera, al socio por sus sabios consejos, a mis hermanos por acompañarme en las salidas por las tierras manchegas (algún día haremos alguna juntos!), a mis padres y,  sobre todo, a mi mujer y mi hijo, que me motivan y me animan en esta pasión por el running y la montaña. 


 

¡SALUD, KILOMETROS Y ESPERO QUE NOS VEAMOS PRONTO EN LAS CARRERAS!