El comienzo de esta aventura se sitúa allá por abril o mayo cuando me incitaron a inscribirme en los famosos trails Costa Blanca. Apenas sin ser consciente de lo que se me venía encima, me apuntaron a una de sus carreras. Estas carreras me sonaban como algo grande y gordo con sus subidas verticales, sus pareces y la belleza de sus cumbres, Aitana, Puig Campana, Serrella, etc.
En un principio, no me preocupé demasiado puesto que quedaba tiempo de sobra. El verano pasó y dejé de correr por cerros para hacerlo por asfalto a la orilla de la playa haciendo lo que más me gusta, que es posturear.Sin embargo, en septiembre las cosas cambiaron. Probé a entrenar en Villaverde del Guadalimar con el track de la media maratón. Me vi súper verde, valga la redundancia, y torpe en las bajadas y fatigada en las subidas. La Sarga se me hizo eterna y me caí mil veces de culo bajando los Picarazos. En ese momento, me planteé abandonar este reto del Costa Blanca Trails. Pero, como abandonar no es una opción para mí, pedí ayuda a Carlos Jiménez para preparar la fuerza, tan necesaria en los "tutes" de montaña. Poco a poco, empecé a notar mis piernas más duras y resistentes y mi abdomen y espalda soportaban los casi tres kilos de la mochila. Además, me apunté a la Escuela de Atletismo de adultos y, por primera vez, hacía series en pista de esas que echas el corazón por la boca. A todo ello, le sumé tiradas por el monte con Juan Santos que me enseñó cómo bajar mejor sin poner el culo como en Peña Palomera o en la bajada del Puig Campana y cómo usar los palos para subir mejor.Entre mis entrenamientos montañeros, recuerdo los 24 km con 1600+ en la sierra de Alicante, subiendo el Ponoig y el Puig Campana por el vertical. También, recuerdo las dos subidas y bajadas a la Albarda de Ayna para acumular desnivel. Después, vino el terrorífico entrenamiento sin apenas dormir de 23 km por la sierra de Alicante donde tuve que recortar y volver al coche con las malas sensaciones que tuve. Y, por último, el entrenamiento en Yeste, desde Collado Tornero al Mentiras bajando y penando por Peña Palomera con el Jorro de postre, total 26 km y 1800+.
Gracias a la fuerza con Carlos, me recuperé bastante bien de las palizas, pero llegó la semana previa a la gran cita y pillé el catarrazo del año.Además, se me juntó con un accidente en el cual me reventaron mi Toyota. Esa semana no puede entrenar ni dormir bien. Estaba desesperada y sucumbí al cloro o CDS que me ofreció una compañera, como D. Trump. Ingerí el cloro y bien de frutas cítricas. Pero no lo tenía nada claro. El reto deportivo más importante de mi vida y yo hecha unos zorros.El sábado llegamos a Finestrat. Se disputaban las carreras de 100 km, 75km y 46 km.El pueblo era la catedral del trail running nacional. ¡Menudos portes tienen los corredores valencianos de trail!Recogimos los dorsales y nos fuimos a Santa Pola a descansar. Esa noche fue un no parar de darle vueltas a la cabeza entre correr y no correr. Estaba preparada, pero me sentía fatal. Además, no paraba de llover, el terreno estaba bastante mal y era muy técnico. Así que amanecí a las cinco y decidí no correr. Sin embargo, algo dentro de mí me empujó a intentarlo aunque tuviera que retirarme y así lo hice.
Me vestí de Chinguan trailera y nos dirigimos a Finestrat. Al llegar, la cima del Puig no se veía porque estaba cubierta por una espesa niebla y diluviaba. Me puse en línea de salida súper concentrada y arranqué. El primer kilómetro de salida del pueblo es en asfalto y con mucha cuesta. Troté despacio para no agotarme y empezar el ascenso al km vertical. Me sentía genial. Los bastones fueron el gran descubrimiento. Llevé un ritmo constante de subida sin pararme a tomar aire en ningún momento. Adelanté a algunos corredores y eché mano a la roca cuando la inclinación no me dejaba avanzar. Coroné la cima en 1 h y 46 minutos y lo mejor de todo es que llegaba fresca. Ahora tenía que bajarla y agarrarme muy bien a las piedras para no resbalarme. Fui segura y concentrada. La superé sin dificultad. En el primer avituallamiento en el Coll del Pouet, cogí un trozo de plátano y seguí corriendo. Llevaba un camel de 2 litros y no me hizo falta rellenar nada. La senda hacía Polop me pareció preciosa y corrible. Corrí con una sonrisa todo el tiempo de verme fuerte y segura.De repente, en una bajada bien pronunciada hasta arriba de barro, me resbalé y caí de rodillas al suelo. Mi rodilla derecha impactó de lleno con una roca escondida bajo el barro. Me mareé algunos segundos que tuve que parar y tomar aire. Se me escaparon algunas lágrimas de dolor, pero algo de dentro me impulsó a seguir. La senda era una pista de patinaje marrón. El segundo avituallamiento en Polop me dio energía en forma de pizza para afrontar la siguente subida gorda, 700+ en 5km. Saqué los palos y puse mi ritmo de tractor constante. Al final llegamos al collado blanco y empezaba una senda muy corredera y bonita de camino al último avituallamiento en el Mas del Oficial. Corrí sin parar aunque con dolor en la rodilla. Disfruté mucho de esta senda adelantando y avanzando a pesar de los kilos de barro. En el último avituallamiento tomé un puñado de conguitos con barro y saqué los palos para subir los últimos 200 metros positivos. En cuanto llegué al collado, empezaba la bajada al pueblo, una senda preciosa llena de rocas y raíces de árboles. Ya empezaba a ver el km 29 en mi Garmin y estaba fuerte. Entré en meta en 6 horas y 1 minuto feliz y agradecida de haber conseguido superar mis miedos al barro, a la distancia, al desnivel y, sobre todo, a la montaña.Esta carrera me ha servido para hacerme más fuerte de mente y cuerpo y para superar los miedos que me bloquean en la vida.