.slideshow-container {width: 297px;height: 221px;background: #bb0000;border: 2px solid #bb0000; }

domingo, 29 de octubre de 2017

XXX MEDIA MARATÓN CIUDAD DE HELLÍN: HONORIO SORIA CIFO



Agradecer: sentir o mostrar gratitud. Dar las gracias.

Así podía titular este post sobre la media maratón de hoy en Hellín. Gracias a ti, Lucía González, compañera y amiga, a mis niños hellineros del CEIP Martínez Parras, a sus familias, a los compañeros del 215, a María José de Madrigueras, a Raquel Cuevas, a Joaqui Martínez, a Vicente Toledo y a toda la gente maravillosa que hoy me han animado a terminar mi “nosecuantas” media maratón. Ya he perdido la cuenta de cuántas llevo, pero creo que rondaré la casi veintena.

Hoy no era el día. De hecho, no era la semana. Comencé con una infección de garganta bastante fuerte. Fui al médico el lunes y me recetó antibióticos y medicamentos antitusivos que me dejaron catatónica la semana. Aún así, el martes logramos correr 18 km por el cordel de Chinchilla a ritmo de 5:48´de media. El miércoles me escapé a clase de body pump para fortalecer las piernucas y que sigan aguantando la tralla maratoniana. Por la noche, fui a mi fisio favorita, Rosario, a que me descargara mis “tocados” jamones. El jueves descanso absoluto por prescripción de Rosario y mía propia porque no podía con mi alma. El viernes tendría que haber hecho 10 km con series y cambios de ritmo, pero estaba tan congestionada que, a duras penas, logré hacer 6 km a 5:28´de media. El sábado, por la mañana, salí a desconectar y disfrutar del sol que hacía. Mi mente estaba perdida en otros derroteros y pensando en otras personas y lugares. Activé mis piernas con 7,5 km a ritmo y pulsaciones muy cómodas. Me duché rápidamente para no coger más frío y me fui a dar una vuelta con una amiga para despejarme.
Por la tarde, la congestión fue a más, ya no sé si será de tipo alérgico o emocional o yo que sé, pero tengo una voz atercipelada de camionero resacoso y mocos por todas partes.
Con el cambio de horario, dormí muy intranquila por miedo a llegar tarde a Hellín y me desperté sobre las 5 AM.  Desayuné tan pronto que a partir del km 17 tuve un hambre atroz. Un gel no me sació, necesitaba mandanga de la buena.

Recogí a Lucía y María José a las 8 y nos fuimos a mi segunda ciudad ya, Hellín. Llegamos tan pronto que pudimos coger camiseta de chica y de tallas pequeñas. Todo un acierto porque ha sido de las mejores camisetas del Circuito de Albacete.
Se suponía que teníamos que correr unos kms previamente, pero ni mi cuerpo ni mi mente me dejaron. Calentamos durante 1,5km aproximadamente por los aledaños del estadio de Santa Ana. La temperatura fue ideal para correr, sobre 20º y nublado. Sin embargo, no las tenía todas conmigo de poder acabar. Estaba vacía, baja de moral, tocada y hundida. Mi mente seguía nublada con mis problemas desde ese fatídico 5 de septiembre. Nunca había experimentado correr y llorar a la vez. Es una experiencia realmente catártica y liberadora. En serio, prefiero las carreras en las que voy con una sonrisa bien grande de oreja a oreja, pero hoy solo sonreí cuando vi a mis chicos del CEIP Martínez Parras.

La primera vuelta íbamos algo más rápido de lo que nos habíamos planteado. Aún así iba cómoda y cuando subimos por la C/ López del Oro camino a San Roque no noté cansancio. Arriba en la iglesia, nos esperaban nuestros alumnos con una pancarta maravillosa que nos dio alas. ¡Muchísimas gracias! Es increíble cuando corres el subidón que dan los ánimos de tu gente querida. Creo que nadie que no haya corrido nunca , sabe lo que experimenta el cerebro y el cuerpo cuando te gritan:
-       ¡Vamos, Ana, dale duro!

Las tres mosqueteros, dos chinguanas y una madriguerense


San Roque y nuestros pequeños dándonos ánimo


Es maravilloso. El cerebro debe de segregar algún tipo de hormona que te hace seguir con brío.
Después, vimos a más niños de 6º curso, súper bonicos. Bajamos por la avenida del colegio Entreculturas y nos topamos de bruces con nuestro Jesús de Yeste. Estaba totalmente mimetizado con el barrio: sus rizos morenos de Camarón, su reloj enorme dorado, su camisa negra abierta hasta casi la cintura y sus gafazas de sol Armani. ¡Todo un dandi gitano!
Volvimos a tener “subiduki” del bueno, a acelerar, pero aún quedaban muchos kilómetros por delante.
Bajamos por el monasterio franciscano y unas callecitas estrechas del Rabal de Hellín. Pasamos por el km 10,5 en 55 minutos. Allí me encontré con otra niña de mi tutoría, preciosa y súper alegre que me chocó las manos y me dio subidón para continuar por los campos.
Sobre el 16, teníamos otra vez la subida al Calvario y me supo un poco regular. Yo solo pensaba en seguir y en mis padres, en lo orgullosos que estarían de verme correr tan alto y tan largo, sobre todo, cuando de adolescente odiaba sudar y cualquier deporte. Lo estaba/estoy consiguiendo, terminar carreras y hacer del deporte y de la vida sana un estilo de vida para mantenerme fuerte y sana mucho, mucho tiempo.
 
Disfrutando como enanas al ver a nuestros alumnos

El mejor cartel de animación de una carrera ever

Paré unos segundos, pero Lucía me esperó. ¡Muchas gracias! Enseguida, me repuse y seguí. Los niños y sus familias seguían allí arriba y fue genial.
Ya llegando al parque sobre el 20, noté un tirón en el isquio izquierdo y mucha, mucha hambre.  Entré en el estadio de Santa Ana y di la vuelta y paré el Garmin en 1 hora, 58 minutos, 10 segundos. Según entraba en meta, se me saltaron las lágrimas. Lo conseguí, una vez más, mis piernas superaban a mi cabeza y, sobre todo, a mi corazón tan roto y hecho añicos.

 
El veredicto final
Por eso, por acompañarme, por animarme, por sonreírme, por abrazarme, por esas palabras de ánimo: GRACIAS y muchas gracias, sobre todo, a la vida que aunque perra y dura, te permite seguir completando sueños.


Por Ana Mora aka @anaojete1


No hay comentarios:

Publicar un comentario